
La diversidad de San Diego es enorme. En la entrada están los libros, un par de cuadras más adentro están las multitiendas, luego las bicicletas y los computadores. Sin embargo lo que menos se conoce de este barrio son los cafés con piernas, hay sólo tres locales y son frecuentados generalmente por los mismos comerciantes del barrio.
Verónica de 28 años trabaja hace siete años en el café Ya Han que se encuentra en la calle Tarapacá con San Diego. Este es un café- Cabaret, lo que quiere decir que en el día no se hacen desnudos, se vende sólo café a sus clientes y se debe atender detrás de la barra. Verónica llega a las 12:00 horas y trabaja hasta las 21:00 horas que es el cambio de turno. Le gusta trabajar allí porque encuentra que es un trabajo muy relajado y que le permite estudiar de noche. Ella estudia una carrera técnica y lo único que desea es terminar rápidamente sus estudios para poder mantener completamente a sus cinco hijos, porque actualmente se los cuida su madre y también le ayuda a pagar sus estudios.
En el día, primer turno, sólo trabajan cuatro chicas que viven una similar situación a la de Verónica. Todas estudian y muchas ocultan su trabajo a sus familiares. Con vestimentas que no alcanzan a cubrir mucho, más bien parecida a ropa interior, pero muy pequeña, de color negro. Un material parecido al cuero. El pago es a través de honorarios, no tienen sueldo base.
Los clientes no son muchos en el día y parecen no faltar el respeto a las chicas. El café no está autorizado por ley desde el 2002 a que estén fuera de la barra, que no haya desnudo, sin shows ni bailes eróticos. No pueden hacer nada de lo que no esté permitido en la patente municipal. Doña Irma quien es cajera y muy amiga de la dueña, cuenta que muchas veces llegan carabineros no uniformados para realizar una inspección del café. Si llegaran a encontrar una falta de las ya nombradas el lugar podría ser clausurado.
Sin embargo en la noche cambia todo el escenario. Los turnos de día terminan y llegan nueve chicas, las luces se bajan y se repleta de hombres.
En las noches se presentan shows de desnudos en un escenario en el cual muchas veces los hombres tratan de subirse desesperados, muchos están borrachos y quieren propasarse con la bailarina. Según Carolina que trabaja de noche y muchas veces le ha tocado bailar, “Es difícil controlar la situación”. La mayoría de las que trabajan ahí dicen realizar aquel trabajo por necesidad y no porque les agrade. El ambiente no es muy acogedor y muchas son rivales. La envidia a veces inunda. Algunas mojan el traje de la que le toque bailar para que no salga al escenario, pero eso es poco. Porque bastantes veces la situación ha llegado a mayores y algunas han alcanzado el punto de golpear a sus compañeras por sólo tenerles envidia.
En el café la selección de las mujeres que trabajan son elegidas por la dueña, llamada Tai Chan Li de nacionalidad japonesa. No se eligen mujeres pasadas de kilos y se pide como requisito sacar en algún hospital la credencial aprobada de sanidad. Debido que en las noches hay privados. Lo que quiere decir que pueden tener relaciones sexuales en el local. Aunque este acto esté penado por la ley.
Según Irma dice que las que trabajan aquí son muy audaces y saben que hacer cuando llega un carabinero. Siempre se las arreglan para que no las pillen.
El local cierra a las cuatro de la mañana y es muy difícil hacer que los hombres se vayan. El horario es permitido por la ley.
Después de una noche agitada todas las mujeres quedan exhaustas, muchas se quedan a dormir para esperar a que amanezca y a las 12:00 horas nuevamente abre el local para comenzar un nuevo día.
Verónica de 28 años trabaja hace siete años en el café Ya Han que se encuentra en la calle Tarapacá con San Diego. Este es un café- Cabaret, lo que quiere decir que en el día no se hacen desnudos, se vende sólo café a sus clientes y se debe atender detrás de la barra. Verónica llega a las 12:00 horas y trabaja hasta las 21:00 horas que es el cambio de turno. Le gusta trabajar allí porque encuentra que es un trabajo muy relajado y que le permite estudiar de noche. Ella estudia una carrera técnica y lo único que desea es terminar rápidamente sus estudios para poder mantener completamente a sus cinco hijos, porque actualmente se los cuida su madre y también le ayuda a pagar sus estudios.
En el día, primer turno, sólo trabajan cuatro chicas que viven una similar situación a la de Verónica. Todas estudian y muchas ocultan su trabajo a sus familiares. Con vestimentas que no alcanzan a cubrir mucho, más bien parecida a ropa interior, pero muy pequeña, de color negro. Un material parecido al cuero. El pago es a través de honorarios, no tienen sueldo base.
Los clientes no son muchos en el día y parecen no faltar el respeto a las chicas. El café no está autorizado por ley desde el 2002 a que estén fuera de la barra, que no haya desnudo, sin shows ni bailes eróticos. No pueden hacer nada de lo que no esté permitido en la patente municipal. Doña Irma quien es cajera y muy amiga de la dueña, cuenta que muchas veces llegan carabineros no uniformados para realizar una inspección del café. Si llegaran a encontrar una falta de las ya nombradas el lugar podría ser clausurado.
Sin embargo en la noche cambia todo el escenario. Los turnos de día terminan y llegan nueve chicas, las luces se bajan y se repleta de hombres.
En las noches se presentan shows de desnudos en un escenario en el cual muchas veces los hombres tratan de subirse desesperados, muchos están borrachos y quieren propasarse con la bailarina. Según Carolina que trabaja de noche y muchas veces le ha tocado bailar, “Es difícil controlar la situación”. La mayoría de las que trabajan ahí dicen realizar aquel trabajo por necesidad y no porque les agrade. El ambiente no es muy acogedor y muchas son rivales. La envidia a veces inunda. Algunas mojan el traje de la que le toque bailar para que no salga al escenario, pero eso es poco. Porque bastantes veces la situación ha llegado a mayores y algunas han alcanzado el punto de golpear a sus compañeras por sólo tenerles envidia.
En el café la selección de las mujeres que trabajan son elegidas por la dueña, llamada Tai Chan Li de nacionalidad japonesa. No se eligen mujeres pasadas de kilos y se pide como requisito sacar en algún hospital la credencial aprobada de sanidad. Debido que en las noches hay privados. Lo que quiere decir que pueden tener relaciones sexuales en el local. Aunque este acto esté penado por la ley.
Según Irma dice que las que trabajan aquí son muy audaces y saben que hacer cuando llega un carabinero. Siempre se las arreglan para que no las pillen.
El local cierra a las cuatro de la mañana y es muy difícil hacer que los hombres se vayan. El horario es permitido por la ley.
Después de una noche agitada todas las mujeres quedan exhaustas, muchas se quedan a dormir para esperar a que amanezca y a las 12:00 horas nuevamente abre el local para comenzar un nuevo día.